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Ondas Psicodélicas


Un concepto se ha infiltrado en el ideario del universo virtual, tan omnipresente hoy en día: Las E-Drugs o drogas digitales son la alucinación del día en los EE. UU. Y Europa, o por lo menos eso nos hacen creer los rumores de la red.

Realmente podría parecer un contrasentido llamarles Drogas Digitales (Digital Drugs o E-Drugs) pues suele recomendarse su uso como un medio auxiliar en la desintoxicación de drogas verdaderas, además de usarse para relajación y algunos otros efectos milagrosos que van desde mejorar el aprendizaje hasta curar la calvicie. Cuánto de estos efectos son realidad y dónde comienza a vislumbrarse el nimbo de la charlatanería (“pague por sufrir”, me parece escuchar con acento portuguesinho). Dadas las muchas dudas que sucita este asunto, sobre todo en los jóvenes internautas tan dados a la experimentación y porqué no decirlo, a los vuelos de la imaginación, indagar sobre el asunto se antojaba por lo menos divertido.

Bestia de proporciones bíblicas, no podía dejar de acudir a los augurios de la WWW pero los resultados fueron decepcionantes: una sola nota periodística rondando por el mundo (“Las E-Drugs llegan a Francia”, Víctor Mur – EFE). Mi mouse estaba triste y propenso a clickear por otros rumbos… pero momento, hubo un detalle que sí atrajo suficiente mi atención y fue el haber encontrado cerros y cerros de preguntas y foros abiertos en honor a tan elusivo tema. Jóvenes ansiosos de nuevas experiencias cuestionando ¿dónde me descargo las dosis?, ¿alguien sabe qué son las E-Drugs?, ¿cómo funcionan? o ¿son un engaño premeditado? Ya me parecía verlos sudando sobre sus tableros con los ojos desorbitados. Es sólo un decir.

En los foros hay también experiencias. Los hay quienes juran haber sentido cada uno de los efectos descritos por los enervantes nombres de las dosis (Black Sunshine, Inspire, Marijuana, Opium…) y quienes acaso habrán tenido alguna jaqueca post-traumática: “estuve los 30 minutos de la dosis súper relajado, y al acabar parecía que habías dormido 8 horas (eran las 4 AM, así que debería de tener sueño, pero no) y se te quedaba un buen rollito de la mar salada. Con sonrisita de bobalicón” o “la verdad es una porquería probé con todas y ninguna hace efecto”.

Sin embargo, y para hacer justicia al tema, hay que puntualizar que la premisa básica en la que se fundamentan no es nueva ni tampoco inofensiva. Se asienta en el concepto del efecto que el mensaje subliminal tiene sobre el subconsciente, mandando los mensajes escondidos dentro de ondas binaurales disonantes creando un efecto de enmascaramiento de la frecuencia que porta el mensaje, transformándolo en una flecha supuestamente directa a nuestro subconsciente, mismo que toma las sugestiones así absorbidas de manera abierta. Este fenómeno no es para nada nuevo, sino que se remonta a los primeros experimentos en tratar de lograr un efecto de sonido tridimensional mediante el audio estereofónico y los posteriores estudios de sus aplicaciones en la programación neurolinguística (otra rama de la ciencia que está vista como pseudociencia, menos en la psicología conductual, de la cual derivó).

Los amantes de la teoría de la conspiración incluso afirman con seguridad que tiene conexión con experimentos de control mental por parte de la KGB o la CIA durante la guerra Fría, y que se le ha dado seguimiento para lograr controlarnos ¡mediante los comerciales del Super Bowl! Lo que parece indiscutible es que sí afecta a la emisión de ondas cerebrales favoreciendo cambios de estado de ánimo y atención, pasando de un estado de alerta racional (ondas beta) a un estado de alerta en reposo similar al de la meditación zen o cuando realizamos una actividad agradable o repetitiva (ondas alfa). En realidad los ritmos binaurales se emplean de forma cotidiana desde hace ya muchos años en la Programación Neurolinguística y junto con una terapia conductual parecen lograr muy buenos resultados en eliminar conductas nocivas para el individuo en tratamiento.

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