¿Quién eres, espíritu rebelde? Témpano de hielo que desnudas el ocaso con tus autorreproches de soles fallecidos, de cadáveres satisfechos, de cenizas sonrientes. ¿Eres el objeto que muerto su dueño, deja de existir?
Biblia de mil improperios, estrofa de polvo aposentado en el tiempo. Sin pronunciar palabra, sin variar ni un gesto, murmuras en tu lenguaje de silencio que el silencio es la vida de tu muerte. buitres descabezados buscan a tientas su presa, pero escapas yaciendo en la mansión de los sacos rotos que recuerdan cuánto tiraron.
Cae lluvia tenue de palabras que hallan sustento sobre el filo de navajas, escurre sangre seca de siglos. Risa de dioses. Los dioses la vieron fresca, la vieron seca, la vieron polvo. Un gorrión encuentra el buitre sin cabeza: al no ser cadáver lo mata y lo vuelve uno, dejándolo podrir un poco para luego zampárselo con gusto.
En la mansión de los temblores añejos no hay errores, son causalidades danzando en un baile de máscaras. Y en cada giro practican mutua necrofilia.