sábado

El Final de Casandra

Casandra era una prostituta cuya leal afición a los hombres la llevó a ser baleada por una lesbiana a quien negó sus favores. Como quedó en medio de la calle, fue trasladada con rapidez al Seguro Social, aunque nomás fuese para despejar la vía pública, pero al no tener derecho de recibir atención médica, murió.
     Primero pudo observar su propio cuerpo tirado en el suelo de la recepción para emergencias. La sangre se esparcía, mezclándose promiscuamente con la de un acuchillado que esperaba su turno. Murmullos, toses, risillas y estertores agónicos creaban un ambiente de tedio. Final tan absurdo como su propia vida.
     El proverbial túnel de luz apreció frente a ella y lo recorrió con lentitud, disfrutando cada momento: sólo una vez se muere, ¿no? Rostros conocidos desfilaron ante su mirada y sucesos añejos se reescenificaron en un tumulto de secuencias que la abrumaban. Poco a poco, las imágenes desaparecieron. Entonces Casandra supo que su muerte había concluido.
     La luz del túnel fue disminuyendo hasta dejar una completa oscuridad donde sin prisas, comenzaron a deslizarse unos signos que efímeros cruzaban el espacio. Indicaban la dirección, producción, edición y actuación de la película que había sido su vida.

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